Los maestros, por lo general, nos pasamos horas y horas pensando en cómo podemos sorprender a nuestros alumnos, qué materiales utilizar, qué recursos novedosos nos gustaría probar... Sin embargo, no nos paramos a pensar que a veces, en lo sencillo, podemos encontrar algo mágico y sorprendente si sabemos sacarle el máximo partido. Es el caso de las velas, un elemento tan común y cotidiano presente en nuestros hogares.
Apagar la luz del aula, bajar un poco las persianas, reunirnos con nuestros alumnos en el centro de la clase sentándonos todos juntos, y colocar algunas velas esparcidas por la sala -con cuidado- o encima de la mesa del profesor, es suficiente para dar a la clase un ambiente relajado, acogedor, íntimo y misterioso, idóneo para que el/la maestro/a recite una poesía o cuente un cuento, creándose así un halo de expectación, ilusión y magia sobre nuestros alumnos. De esta manera, logramos:
Apagar la luz del aula, bajar un poco las persianas, reunirnos con nuestros alumnos en el centro de la clase sentándonos todos juntos, y colocar algunas velas esparcidas por la sala -con cuidado- o encima de la mesa del profesor, es suficiente para dar a la clase un ambiente relajado, acogedor, íntimo y misterioso, idóneo para que el/la maestro/a recite una poesía o cuente un cuento, creándose así un halo de expectación, ilusión y magia sobre nuestros alumnos. De esta manera, logramos:
- Ilusionar al niño con una ambientación propicia a la lectura.
- Fomentar una actitud de escucha y contemplación.
- Fomentar la creatividad y la relajación.
En este caso, la ambientación del aula capta la atención de los alumnos y desempeña un papel fundamental. La entonación, las pausas adecuadas, y el entusiasmo que ponga el maestro en la recitación o narración, hacen el resto para que la magia invada nuestra clase. ¿A qué dan ganas de experimentar esta idea? Yo ya la he llevado a cabo y la experiencia ha sido fascinante ¿A qué esperáis para ponerla en práctica?
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